Aterrizar, evolucionar, estudiar

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Por: Giovanni Martínez, Bohemia

Foto: Jerrad Cartwright

Aterrizar, evolucionar, estudiar

Detalles a fondo del equipo Cuba que ganó la medalla de bronce en la VI Copa del Caribe de Béisbol

NASSAU.-Esta vez tuve el gusto, y el disgusto -los explicaré- de vivir todo de cerca.

Nuestra centenaria Revista BOHEMIA fue invitada a la capital de las Bahamas, todo un orgullo en términos generales para la publicación, y en lo personal, la satisfacción para mí de montarme por primera vez, y no sé si última, en un avión.

Conocí una parte de la ciudad sede de la VI Copa del Caribe de Béisbol (del 23 al 28 de octubre), cercana geográficamente a nuestra tierra, pero lejana en muchos aspectos sociales. Eso sí, bastante más extensa de lo que imaginé.

Allá viví de cerca las emociones junto a una selección nacional conformada en su mayoría por jóvenes talentos, que consiguió la medalla de bronce, aunque quedó por debajo de las expectativas.

Los hechos

En el torneo auspiciado por la Confederación del Caribe de Béisbol (Cocabe), tres victorias y dos derrotas en la fase clasificatoria, nos dejaron fuera de la posibilidad de disputar la final de un torneo, al cual llegamos como campeones defensores.

Precisamente, los elencos que nos derrotaron resultaron los mejores de la lid, no solo por el resultado, sino debido al juego mostrado sobre el terreno sintético del impresionante Andre Rogers Stadium, el cual lleva el nombre del primer bahameño que jugó en las Grandes Ligas estadounidenses.

Los dirigidos por Alexander Urquiola presentaron candidatura al inicio. Vencieron a Sint Maarten 8-0, debutante en estas lides; y República Dominicana 8-2, armada en gran mayoría por peloteros que militan en su liga más noble, la Linord.

Después de esas dos sonrisas vendría el primer resbalón. Islas Vírgenes de los Estados Unidos, a la postre medallista de plata, conformada por peloteros universitarios y otros de su torneo local, nos dejó al campo 6-5. Fue uno de los momentos más duros para los nuestros durante toda la competición, sobre todo porque perdimos luego de tres errores a la defensa, de los que van a las hojas de anotaciones, más otros de tipo mental.

Posteriormente hubo señales de esperanza, cuando en la cuarta fecha fuimos mejores que los locales, Bahamas 5-2, aunque en el fondo todos sabíamos que era una escuadra bastante inferior para usarla como termómetro. Eso sí, bastó para mejorar el estado anímico de los muchachos.

Después, en la quinta y última jornada de la fase inicial, era obligado derrotar a un viejo conocido como Curazao, para avanzar a la final. Y no ocurrió. Con solo tres imparables en todo el partido nos fabricaron las dos carreras definitivas y perdimos 2-1. Un tubey remolcador de ese par de anotaciones conectado por Kevin Josephina en el tercer inning bastó para la ventaja.

Los nuestros a penas consiguieron descontar por sencillo de Carlos de la Tejera, uno de dos cubanos, junto a Jean Lucas Baldoquín, que al concluir el torneo conformaron el equipo ideal.

En ese juego clave, desde la lomita lo hizo muy bien el abridor José Ignacio Bermúdez. En 5.2 entradas ponchó a cuatro, le pegaron solo tres imparables y dos carreras limpias. El primero en la rotación de nuestro staff perdió ese juego de todos modos, y acabó con balance parejo de un éxito y un revés, aunque hay que decir que el pitcheo en términos colectivos no fue un problema en esta lid.

De conjunto, en la fase clasificatoria, acumulamos el mejor WHIP entre los seis equipos (1.04), y el segundo en promedio de carreras limpias (2.08), solo por detrás de Curazao (1.91).

Simplemente no se bateó, pero en momentos y partidos claves. Aunque en la gráfica general fuimos segundos también en average colectivo (305), únicamente por detrás de Curazao (310), fue solo un espejismo. Más abajo en este texto profundizaré en los porqués.

El campeón

El panorama había quedado listo entonces para un duelo inédito por la corona. Islas Vírgenes de los Estados Unidos, único elenco que ha participado en las seis ediciones de la lid regional, enfrentando a Curazao.

En definitiva los curazoleños, uno de los equipos que di como favoritos precompetencia en esta página, les dejaron al campo 2-1 en el octavo capítulo del duelo final, en juegos pactados a siete episodios.

Alzaron así el título por segunda ocasión en estas competiciones, pues lo hicieron también en 2021, cuando fueron los anfitriones.

Cuba enfrentó entonces a Sint Maarten por el bronce, una instancia muy por debajo de lo previsto. Les derrotamos 2-1 y festejamos con alegría, pero no tanta.

Las redes sociales se inundaron de comentarios. Algunos certeros, otros llenos de odio. El cielo se volvió a nublar y salieron a flote los mismos problemas que hemos arrastrado desde hace años.

Si bien hay que destacar la actuación y el nivel mostrado por Islas Vírgenes y Curazao, los mejores equipos en esta VI Copa del Caribe, de Cuba no se esperaba menos que la medalla de oro. Aunque como sabemos, este fue un equipo sin las principales figuras, pues se preparaban en Asia al unísono para participar en el Premier 12.

¿Qué faltó?

En mi opinión volvimos a repetir errores del pasado. Es cierto que nos falta oficio, en eso coincido con la mayoría de los expertos. Pero sin dudas el estudio del rival es la principal asignatura pendiente, y se puede resolver.

Es algo que nos golpea doble, porque a Cuba sí le hicieron formaciones especiales en el campo. Algunos batazos importantes salían de frente por esa única razón. Y también nos chequearon todo el tiempo la velocidad de los lanzadores. Yo mismo recurrí varias veces en rol de «espía» para obtener información durante el curso de los partidos.

Todo este trabajo de los rivales lo corroboré luego en una conversación informal que sostuve en el Hotel Breezes, donde estaban hospedados los seis equipos participantes, con Rodney Michel, el scout de Curazao.

Según me confirmó, estuvo en el Andre Rogers Stadium desde el primer partido de Cuba hasta el último, echando el ojo a cada pieza de nuestra escuadra. Por la parte nuestra nadie ejerció esa labor de manera directa, aunque claro, todos los entrenadores chequearon desde el banco al rival. Pero no es el mismo tiempo ni rango de estudio. Tenemos algunos expertos en la materia que esta vez se quedaron en casa.

Cuando nos tocó enfrentar a la batería de Curazao, un equipo con el cual varias veces hemos lidiado en duelos claves, no tuvimos en cuenta que cinco de los nueve titulares repitieron de lides pasadas.

Revivir la historia

Vale la pena registrar los archivos. La escuadra curazoleña siempre ofrece batalla en estos certámenes. Muestra de ello son sus resultados.

Ya mencionamos antes el título que obtuvieron en 2021, cuando desplazaron al elenco cubano en la final. Dos años después, en 2023, nos cruzamos en la misma instancia y se concretó la revancha. Les ganamos allá en Puerto Rico con pizarra de 3-1, y se tuvieron que conformar con la plata.

A propósito de este pasado, aún cercano en el tiempo, en la alineación repitieron nombres que bien recordamos muchos de nosotros: Dudley Leonora, Darren Seferina, Kevin Josephina, Ericson Leonora y Urlich Snijders. Claves en la final de la Copa del Caribe de 2021, la cual acabaron ganándonos con pizarra de 4-3.

Uno de esos cinco viejos conocidos nos esperó la recta para conectar el batazo más importante del juego que nos despojó de la posibilidad de estar en la final ahora en 2024: Kevin Josephina.

La realidad

Es cierto que la emigración, los bajos recursos económicos y la reducción de los calendarios, sobre todo en los casos de los eventos nacionales de categorías inferiores, son factores que influyen directamente en el bajo rendimiento.

Pero también tenemos que aprender a adaptarnos a las condiciones actuales. Aterrizar. Evolucionar. Estudiar. Armar el equipo un poco antes, no siete días previos a la competencia.

Ahora, también hay que decir que en medio de todas las dificultades por las que pasa la familia del béisbol cubano, que no está ajena a la situación económica que vive el país, una medalla de bronce parece un resultado justo. Pero claro, todos queremos que suban siempre a lo más alto del podio. Antaño era imposible imaginar otro campeón en nuestra área que no llevara las cuatro letras de Cuba.

Ahora duele decirlo. El mundo ha ido cambiando, y estos países han girado a la par. Si no preguntémonos, qué hace en las Bahamas, un país sin tanta tradición beisbolera, un estadio que su construcción costó alrededor de 50 millones de dólares. Permaneció semivacío, incluso cuando jugó su selección nacional durante la VI Copa del Caribe.

Estos detalles no son menos significativos. Se traducen en crecimiento. La organización de estos eventos, la calidad de vida de los atletas, la alimentación, los escasos problemas, y otros etcéteras, despejan la mente de los protagonistas a la hora de salir al campo.

Solo voy a recordar un hecho «endémico» de Cuba, que ya se conoce. Los tacos acordes para jugar en un terreno sintético llegaron en medio del segundo partido. Los muchachos se cambiaron en un entreinning. Mientras tanto, usaron los tenis comunes que llevaron desde sus casas. Resbalaban constantemente. Ningún otro elenco pasó por eso. Y seguro ninguno pasará en el futuro.

Lo más triste es que sabíamos que iríamos a ese terreno desde meses atrás. Ya un equipo de la Isla había experimentado jugar ahí en 2022. Con respecto a este hecho en particular, me comentó vía WhatsApp Juan Reinaldo Pérez Pardo, presidente de la Federación Cubana, que los proveedores, una vez más, quedaron mal con nosotros.

Alexander Urquiola, ya con su medalla de bronce asegurada en el cuello, llamó la atención sobre estos males en un corto video que hice como colaboración para la televisión cubana, y resaltó con razón la calidad y el notable crecimiento de los equipos contrarios que se presentaron en la lid.

En resumen, llevamos años intentando cambiar, pero en la práctica, no se concreta. Mientras tanto los aficionados esperan y a veces con razón, se desesperan.

Ojalá que un día, no tan lejano, volvamos a ser, al menos en nuestra área, los más temidos en materia beisbolera.

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